En la última re:invent de AWS el Dr. Werner Vogels habló sobre el futuro del desarrollo de software en la era de la IA generativa.
Su presentación generó mucho eco. Sigue aquí una interpretación y un breve sobrevuelo por alguna de sus posibles derivaciones.En las últimas semanas una serie de conferencias o discursos públicos sobre tecnología e Inteligencia Artificial (AI) hablaron no solo de tecnología, sino que también hablaron mucho sobre historia.
Posiblemente uno de los discursos que más eco ha producido fue la presentación del CTO de AWS, el Dr. Werner Vogels en la última re:Invent de AWS, que tuvo lugar en Las Vegas la primera semana de diciembre pero que como es habitual, está disponible en directo para todo el mundo por streaming.
La presentación de Vogels estuvo cargada de emoción, porque por un lado él anunció que aquella era su última alocución en re:invent, luego de catorce años consecutivos.
En lugar de presentar nuevos servicios o productos de AWS el Dr. Vogels se ocupó de un tema actual, el del “lugar del desarrollador de software” en la era de la IA. La presentación estuvo cargada de historia y también de entretenimiento. Motivos retro como alguna Commodore PET, un DeLorean en el que Vogels viajaba al pasado para presenciar como Lorraine, una entusiasta programadora Cobol, reaccionaba a aquellos que podían pensar que la aparición de lenguajes de alto nivel significaría la “desaparición” de los programadores. Luego en ese mismo relato asistimos cómo Marty, el hijo de Lorraine, que durante los años ’90 era testigo de otra oleada que anunciaba el “fin de los desarrolladores” con la emergencia del desarrollo de GUIs con herramientas de arrastrar y soltar.
En toda época, toda nueva herramienta o tecnología ha tenido sus “integrados”, quienes ejercen un optimismo ciego en esa nueva herramienta y sus “apocalípticos”, por el contrario, aquellos para los que la nueva tecnología o herramienta representa la suma de todos los males, el fin de alguna cosa como se la ha conocido hasta ese momento. Como era de prever, esas dos categorías (las propuso el escritor italiano Umberto Eco en los años 1960), se aplican también a la IA generativa.
En la historia de la tecnología cada nuevo lenguaje de programación, como el relato ficcional de Vogels recordaba, tuvo sus impulsores o sus detractores. En algún punto la emergencia de la IA generativa nos pone en una situación análoga a cuando surgieron los primeros ensambladores (assembler). Luego siguieron lenguajes de más alto nivel, que podrían hacer creer que programar sería algo tan sencillo que podría hacerse con muy poco esfuerzo. La historia, como el relato tipo Back to the Future del Dr. Vogels demostraron más bien lo contrario.
En los días posteriores, muchas de las proposiciones del Dr. Vogels tuvieron notable eco en los medios y en otras intervenciones acerca de AI.
Desde que hace dos o tres años la IA generativa se volvió un servicio de consumo, su expansión no ha dejado de despertar pronósticos más bien apocalípticos tales como ¿Acaso todos nuestros trabajos serán reemplazados por la IA generativa?
Vogels lo admitió con claridad: no podemos negar que la mayoría de los trabajos se verán modificados, tal vez algunos desaparezcan, pero otros nuevos habrán de crearse. Lo que es innegable es que todos nos tendremos que adaptar a nuevos y frecuentes cambios.
La presentación del Dr. Vogels también incluyó otros motivos de la historia: imágenes de la arquitectura Fiorentina, o “L’uomo vitruviano” de Leonardo entre algunas otras.
Esas imágenes venían a cuento en su discurso porque el Dr. Vogels enfatizó el hecho de que estamos en una nueva etapa, que él denomina la del “Desarrollador Renacentista”:
“Los progresos en un campo aceleran el progreso en otros campos. Esto de hecho me hace pensar en la historia, en el tiempo del Renacimiento. Fue un tiempo en que las personas se volvieron curiosas”. (Vogels)
Él utilizó dos términos Renaissance como también rebirth más ocasionalmente. Uno de ellos mira hacia el futuro (rebirth), en tanto la IA generativa es una herramienta nueva y poderosa a partir de la cual están surgiendo nuevas prácticas y potenciándose otras preexistentes.
Como con cualquier herramienta humana, la IA no puede usarse ciegamente. Para Vogels eso es puramente gambling o “timbear” como diríamos nosotros.
El otro término ("Renacimiento") inevitablemente remite a la historia de los siglos XIV y XV, primero en Italia. Según Vogels, para controlar y ajustar la herramienta a la escala del ser humano se requerirá de desarrolladores renacentistas. Tal vez sus implicaciones puedan extenderse a múltiples oficios y profesiones, más allá del desarrollo de software.
Uno puede pensar que el discurso del Dr. Vogels es un discurso sobre la dignidad del programador, en la misma línea que el “Discurso sobre la dignidad del Hombre” que Giovanni Pico della Mirandola escribió hacia fines del siglo XV. Pico escribió: “el hombre es libre y soberano, artífice de su propio destino”. A Pico aquel discurso le valió la persecución del Papa y debió exiliarse en Francia.
En esa línea humanística, Vogels vuelve a poner al hombre como medida de todas las cosas. Esto fue, sin dudas, una suerte de “caricia” al alma de su auditorio, compuesto en buena medida por desarrolladores. Como en el Renacimiento, es la curiosidad humana la que seguirá impulsando la innovación.
Más que un nuevo “renacimiento” de las prácticas, el desarrollador renacentista que sería el modelo de Vogels debe ser un polímata: sin dejar de ser un especialista debe dominar varias áreas de conocimientos. Lo debe impulsar su propia curiosidad, debe pensar en sistemas, debe interactuar y comunicarse con precisión y sobre todo debe responder por el código que genere, aún cuando una parte de ello haya sido resultado de la amplificación de la IA.
La importancia del taller (workshop)
Por diversas razones en nuestra cultura la Historia tiene cierta predilección por los genios individuales. Grandes artistas, militares, inventores, etc. Es concebible, tal vez porque la Historia, por más científica que esa disciplina pueda ser, nunca puede escapar al storytelling, siempre es una cierta puesta en relato de una serie de hechos. Y los personajes siempre son centrales en cualquier buen relato.
Brunelleschi, Michelangelo, Leonardo, Palladio, por citar solo algunos polímatas del Renacimiento no fueron solamente “genios” individuales. Fueron grandes hacedores y para la magnitud de algunas de sus obras necesitaron de la colaboración de muchísimos artesanos. Tenían que guiarlos, dirigirlos y trabajar juntos para poder realizar un proyecto de gran escala, como algunas de sus grandes obras de arquitectura.
Algo que aparece apenas sugerido en el discurso del Dr. Vogels y que es una pregunta que me viene resonando durante los últimos tiempos es cuál será el lugar que le quepa al equipo de desarrollo en estos tiempos y en los que vendrán.
El llamado vibe coding suele generar la imagen del individuo en solitario (incluso sin muchos conocimientos de programación) produciendo código gracias a la herramienta de IA. A cierta escala la imagen puede resultar realista, para pequeños proyectos o pruebas de concepto. Pero cuando las cosas escalan, cuando esa aplicación debe servir a cientos o miles de usuarios o cuando se la debe extender y sobre todo mantener en producción, se requiere algo más que un único “genio” individual.
Alguno de los ecos que creo que hacen tan sugerente el discurso de Vogels es que el Renacimiento fue también la era del florecimiento de la artesanía. La artesanía potenció la innovación que más tarde cambiaría a otra escala, con la industrialización.
No fue solo en el campo de la arquitectura, piénsese si no en grandes artesanos de la lutería, como los Amati, Stradivari o Guarneri por citar solo algunos.
El sociólogo estadounidense Richard Sennet propuso en su libro The Craftsman (2009) tener un concepto más amplio de artesanía. Para él la artesanía no se extinguió con el impulso de la industrialización. Para él la “artesanía” designa un impulso humano de realizar una tarea de la mejor manera posible. La actividad del artesano es práctica, pero su trabajo no es simplemente un medio para un fin. La artesanía, así entendida, representa la condición específicamente humana del compromiso (Sennet: 2009).
Uno de los ejemplos preferidos de Sennet han sido los programadores de la comunidad de desarrollo de Linux. Pero su definición de artesanía puede aplicarse a un sinnúmero de actividades, la música, la medicina, la técnica de laboratorio, incluso la crianza de los hijos.
La artesanía en general requiere de la convivencia con pares en un taller (workshop). Los músicos tendrán su sala donde ensayen hasta que la obra suene como el director requiera, la técnica de laboratorio las instalaciones físicas del laboratorio. Para el desarrollo de software el taller puede ser hoy físico o virtual. El equipo de desarrollo puede verse las caras directamente en un recinto o bien pueden trabajar perfectamente en equipo, aunque estén distribuidos geográficamente alrededor del mundo.
El taller, aún en su forma “virtual” sigue siendo el hogar del artesano. Allí es donde se interactúa, discute, se diseña, se aprende, se solucionan problemas.
En el taller, presencial o virtual, tienen lugar algunas de las prácticas a las que hacía referencia Vogels, por ejemplo “code review”, “testing”, “deliberate architecture”.
Es difícil hacer predicciones, especialmente hablando del futuro. Probablemente nuestro trabajo a nivel individual y grupal se modifique en ciertos aspectos, quizá algunos por completo inesperados. Pero tiendo a pensar que la IA se integra con la artesanía (como la entiende Sennet), como una herramienta más en el trabajo del artesano, tal como sugiere Vogels.
Como en el Renacimiento, la escala del proyecto determina la conformación del taller y sus “artesanos”. Seguramente el ser humano seguirá creando nuevas herramientas, porque esa es su naturaleza diría Pico. Los artesanos y nuestros talleres se irán adaptando a ellas.
Matías Gutiérrez Reto (retux), diciembre 2025.

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